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Andres Tellez Vallejo

negocio a negocio a consumidor

La multa resarce al infractor

3/7/2016

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​Sino han de ser de tela, tendrá entonces que ser moral la sanción por los largos once años de timo a los que el cártel de los pañales sometiera al ingenuo consumidor colombiano. Sin embargo, se me antoja y, según dicta la sabiduría convencional que, “el que peca y reza empata”, y “tan culpable es el soplón como los demás” que; tienen derecho a resarcir sus marcas de pañales, Tecoquímicas y Productos Familia, si cancelan éstas, claro está, sus respectivos montos de multa impuesta por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) por $68.945.500.000 y $34.472750.000, mientras que el veto comercial y la ira divina del consumidor colombiano, debería recaer en su totalidad sobre la marca Huggies, de la compañía Colombiana Kimberly Colpapel que, tras timar también al consumidor por largos años, logró por su “condición de primer delator”, evadir el pago del cien por ciento de su multa, tasada igual en $68.945.500.000 (Ley 1340 de 2009 y Decreto 2896 de 2010).
Es de esperar ahora del cártel el consumidor, la avalancha de mensajes tendenciosos desarrollados por sus agentes de marketing, pues la mayoría de estas empresas y otras tantas más, asumen para el consumo de los medios, el único propósito de dicha mensajería, que sus declaraciones son de interés público por naturaleza, y que una entrevista de cobertura nacional con su presidente es convincente. Pues no, no lo es, no lo son, y por lo general, no lo es: las comunicaciones de marketing no son sinónimo de relaciones públicas.

No es de extrañar semejante desenchufe, inclusive por estos días, pero se me da, ha empeorado más que nunca el asunto, en buena medida, como consecuencia de la red de las maravillas y las definiciones que cuecen en su imaginario colectivo al interior de los muros del departamento de marketing.

Las comunicaciones de marketing, son el balde de la mezcla de operaciones cuya intención es distribuir la mensajería a lo largo de los diversos canales, tales como ferias comerciales y social media. Como tal, lo magnético de dichos mensajes, es lo que amparado en su imaginario colectivo el agente de marketing concibe, como lo que el consumidor necesita ver y escuchar o, dicho de otra forma, la consabida identidad de marca.

Su eficacia se mide según la exactitud, consistencia y frecuencia con la que aparecen dichos mensajes en el continuo de canales a su disposición, incluidos los esfuerzos de promoción a través de las noticias informativas impulsadas por los influyentes (muchos de ellos, autoproclamados).

“De la comunicación de marketing, veremos bastante de Colombiana Kimberly (Colpapel) y Productos Familia en los próximos días y, confío consumo sentido, más bien poco de Tecnoquímicas”.

​A diferencia, las relaciones públicas, es la etiqueta que se emplea para aquellas actividades en las que se administra las relaciones con diversas audiencias. Se fundamenta en exteriorizar los contextos y expectativas, al igual que las necesidades circunstanciales. O si se quiere, es lo que se conoce como realidad.
Confío sea aquí, la apuesta de Tecnoquímicas para resarcir su marca.
Desde la perspectiva de marketing, cualquier diferencia entre la marca y la realidad puede ser maquillada a través de artimañas creativas, y su desenchufe no terminará siendo más que un obstáculo táctico. El mercadeo ha amparado la paternidad de un sinnúmero de diversas bitácoras de social media, páginas Web, y las retorcidas definiciones de publicidad nativa y marketing de contenidos, que dicen acoger el lenguaje de la conversación sin realmente participar en ella.

Presentar la marca, mostrarla, referenciarla, hablar de ella como si fuera un objeto, es primordial: “es comunicación de una vía pasada ya de moda que pretende pasar por conversación entre interlocutores”.

La mayoría de los relacionistas públicos saben que esto en un despropósito, inclusive si algunos de ellos sean cómplices en el desarrollo de contenido para el bullicio social.

Ellos saben que la diferencia entre lo que las marcas quieren que la gente crea, y lo que realmente ésta es capaz o puede llegar a saber, es primordialmente cuestión de sustancia, no de sesgo. La diferencia entre caballos de fuerza, megahertz, o calorías no son significativas ni relevantes de característica. Los hechos no son creíbles en un vacío (“Así se salvó Kimberly de grandes multas por acordar los precios”). La temática creativa, fundamentada en las conclusiones de estudios de investigación de mercados, rara vez contesta los interrogantes de la audiencia.

Peor aún, los beneficios asociados que los agentes de marketing pagan para ligar con las cosas (“lo nuestro, le hará más feliz, más inteligente, más bacano”), no están en realidad “ligados” con ninguna de ellas, salvo que no sean, claro está, los medios empleados para “ligarlos”.

No habrá por ahí presentación alguna, por sofisticada que sea, evento u obsequio que logre abarcar la brecha. No obstante, y puesto que el agente de marketing tiene la prerrogativa de contar “clics” y “compartidas” como alternativa para medir su desempeño, éste continuará recibiendo el presupuesto anual para así perpetuar el desenchufe.

Los requerimientos de la marca, dictan el momento indicado para compartir la información, el tipo de información, y la expectativa explicita de cómo ésta debe utilizarse.

Lamentablemente, los medios no son el tipo de canal indicado para este tipo cosas, pues, también éstos son clientes; al igual que lo son, los analistas, socios, proveedores, y empleados.

Lo que en realidad anhela el consumidor, es la validación independiente de las declaraciones, las valoraciones objetivas de relevancia contextual, y la consistencia en relación a eventos y declaraciones pasadas.

Los clientes desean respuestas honestas y conscientes a sus preguntas, y pretenden preguntarlas a su discreción como, en contraposición a consumir lo que las marcas elijan suministrarles. Sus necesidades y expectativas e, inclusive su sesgo, deberían dictar los términos de compromiso.

Y por lo demás, no pretenden que los agentes de marketing escuchen o se comprometan siquiera; ellos ambicionan conversaciones de verdad, de las de toma y dame que, en efecto, requieren de diálogos honestos y directos.

No es de sorprender que, aún no logren las compañías entender que no es lo mismo, la noción que atañe los mecanismos y medidas para relacionarse con el público y el suministro íntegro de mensajes de marketing.

Aquellos clientes en el imaginario colectivo del agente de marketing, han de ser, esencialmente, los únicos que quieran escuchar los detalles de lo que pueden comprar, idealmente dosificados en el momento indicado para que puedan realizar la compra.

​Todos los demás consumidores desean conocer el dónde, cuándo, por qué y el cómo de cualquier oferta, para así tomar la mejor decisión de compra fundamentada en cómo dichas cualidades encajan en el contexto de lo que conocen y necesitan.
​¿Cómo entonces podría un consumidor, si fuera este el caso, comprar los pañales Huggies, de la compañía Colombiana Kimberly Colpapel, sabiendo que por largos años le han timado pero que, por “negocio de oportunidad” o “primer chivato”, la Superintendencia de Industria y Comercio les condonó la multa por semejante osadía? ¿Será que el consumidor les indulta también? ¡Amanecerá y veremos!
Entre las principales atrocidades al lidiar con los medios y, las que espero sepan evitar en Tecnoquímicas, se me antojan:
  • Comunicados que no son noticia relevante más allá de las instalaciones corporativas.
  • Atributos de producto o servicio que ofrezcan mejoras inconsecuentes, o declaraciones de impacto global en cualquier asunto, sin que se relacione el debido soporte específico sobre el cómo.
  • Interminable referir de la “nube” y el “big data” o cualquier otra expresión o jeringonza de moda.
  • Promover las entrevistas de ejecutivos de tercer nivel; aquellos que habrán de extender su narrativa poética respecto a “relevancia” y “significado”, en vez de referir de entrada y sin rodeos dichas cualidades.
Las compañías por lo general, tienden a compartir su información cuando ya ésta ha sido revisada y aprobada para así evitar cualquier tipo de incongruencia, inconsistencia y por lo demás, cualquier vestigio de humanidad en ella. Los de comunicaciones corporativas se las arreglan para hacer del comunicado, un guion que, ante todo, es netamente relevante para la marca y no para la audiencia. Muy poco de éste tiene que ver con la realidad.

En ese orden de ideas, no es de extrañar que muchos de los comunicados de prensa de hoy sean un fiasco, como que se ubiquen lejos de la llamativa atención que obtienen, entre otros, los emprendimientos tecnológicos que, en esencia cuasi primordial, se valen de los por menores y mayores que acarrea iniciar un negocio. O si se quiere también, Google obtiene el cubrimiento que todos añoran, porque comparte sus esfuerzos en desarrollo y no solo su contenido de marca y, así mismo, Amazon que comparte tanto sus éxitos como sus tropiezos.

Quizás sea este el motive por el cual comunicadores de todo tipo de pelambre, dejara por completo de intentar merecer semejante cobertura, y optara por publicar, más que nada, contenido a través de canales propios tales como páginas Web y transmisiones sociales. Una pobre narrativa que, un periodista desestimó por insulsa, no habrá de mejorar porque se publique en una página Web, por brillante que sea, o a través de una insensata conexión social como la de “Hola, soy German”.

De hecho, es perfecto, pues en tiempos de la red de las maravillas, la nube, el big data, el interlocutor de extraterrestres y la influencia digital, “una marca ahora sí que puede hablar de verdad consigo misma”.

Alcanza uno solo a imaginar en billones la pérdida de valor por semejante desenchufe de la realidad como, su aporte a la desconfianza del consumidor en los mensajes comerciales en general.

Las comunicaciones de marketing no son el equivalente de relaciones públicas. Ambas son funciones que vienen por separado y requieren de armado, por lo demás, como que cada una debería contribuir equitativamente a decidir la estrategia para que luego así mismo, aporte cada una en su implementación.

Ambas se requieren, lo cual significa, el cambio de frente de muchas compañías en la forma en que ambas se conciben. Ojalá Tecnoquímicas lo tenga claro.

Y en últimas, que viva la consigna, “prefiero los de tela que los Huggies Ultratrim”, de la compañía Colombiana Kimberly Colpapel.
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